NADA DE LO QUE YO TE DIGA (UNA Y OTRA VEZ).
2005, DVD, vídeo instalación de dos canales, b/n, sin sonido, 3’31’’.
Intérprete: José Miguel Sagüillo Arbones. Cámara e iluminación: Cristian Grandín Carvajal. Colaboración: Olga Viñuales. Edición: Roberto Martín Gálvez. Hangar. Localización: Pontevedra.
El poder como el género pertenecen al orden mudo de las cosas, de esto vamos a hablar en este vídeo, sin sonido ni movimiento aparente.
La cartografía de lo físico es limitada, el imaginario frente a esto es inabarcable e infinito, de tal manera que someter la mente es más difícil que someter el cuerpo.
La igualdad es una representación perversa porque el auténtico sometimiento es mental, ni físico ni social. Las resistencias son mentales y nos definen construyendo unos límites entre el “otro” y uno mismo. El problema no es el sometimiento sino cómo se significa. Abordar este tema incomoda porque nuestra identidad se construye a partir de ascos, restricciones y límites decididos por otros y asumidos como propios.
El cuerpo no existe más que como metáfora de la finitud, las actitudes, los valores, nuestra forma de pensar es intangible lo que nos posiciona y nos define. Cuando nos damos cuenta de que el “poder” es la capacidad de influir o modificar la conducta del otro, los roles tradicionales dejan de tener sentido (activo-masculino ≠ pasivo femenino). Así pues lo que hoy interesa son las diferentes maneras lúdicas y abiertas de construir poder.
El equilibrio es un valor para la sociedad que es productiva sin embargo es un valor en crisis, precario y por tanto utópico. Los retos en este caso, no son tales porque cuando se asumen dejan de serlo. El sujeto como representación del ciudadano moderno se le ordena asumir unas posiciones imposibles de sostener largo tiempo, como muestra el vídeo sin concisiones. Esta es la paradoja por un lado comparecemos con unos determinados movimientos que son imposibles de mantener.